Todo termina en la vida y la obra, por fin, acabó.
Hasta aquí todo bien, hasta liquidar con el albañil, que nos presenta una demasía de 900 euros por unos bordillos, unas cubas, unos grifos... un abuso vamos.
Tras renegociar la subida, Pastora, nos rebaja 150 euros, por lo que la obra de las narices solo nos ha salido por 1050, vamos 750 euros más de lo presupuestado, baratijas...
Dios maldiga a los albañiles, a los que los llaman a sus casas, a los que les venden y ....
Pese a todo, al menos una vez al día me sigo sintiendo feliz, y no es necesariamente cuando acuesto a los niños.
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